Por Daniel Amézquita
Hace más de 40 años que el promotor cultural y poeta Víctor Sandoval inauguró la primera feria del libro en México, en la Casa de Cultura que hoy lleva su nombre. Desde entonces, en diferentes partes del país y por distintas instancias se llevan a cabo ferias, exposiciones y remates de libros. Diversas editoriales, libreros independientes y de antiguo, y el comercio en torno a la cultura del libro se reúnen para ofertar lo mejor de su material, acompañados de eventos artísticos, conferencias, seminarios, presentaciones editoriales, talleres para niñas y niños, y lecturas de obra.
De entre todas ellas la más destacada es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara que se ha convertido en una de las más prestigiosas a nivel internacional, en esta 30ª edición de la FIL, del 26 de noviembre al 4 de diciembre, toda América Latina es invitada de honor.
Siempre que visito una biblioteca, una librería o una feria del libro, recuerdo cómo los libros han estado, para bien o para mal, en toda la historia de la humanidad reciente y sobretodo en la propia. Me da por imaginarme aquella biblioteca de Alejandría que contenía libros de historia y ciencia y que se han perdido para siempre después de que fuera incendiada y saqueada en el siglo IV, siento enorme curiosidad por toda la sabiduría que albergaba, desde historias sobre el comienzo de las civilizaciones, hasta tratados científicos que ya nunca más se recuperarán.
En la sociedad actual es casi imposible vivir fuera de la cultura escrita, toda nuestra vida va a estar rodeada de escritura y lectura, hacia donde dirijamos la mirada nos encontraremos con algo que en un principio tuvo que ser una idea escrita y decodificada mediante instrucciones leídas, por eso es que resulta tan importante leer y escribir adecuadamente y que cada año se desarrollen programas, eventos y proyectos de fomento a la lectura, no solamente de literatura sino en todas las ramas del conocimiento humano.
Octavio Paz dice: “también soy escritura / y en este mismo instante / alguien me deletrea”. Creo que es una metáfora de cómo hemos construido y establecido nuestra condición de seres humanos mediante expresiones como la lectura y la escritura, y lo necesarias que son para nuestra supervivencia. Recuerdo también al gitano Melquiades, el personaje de “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, que escribía en sus pergaminos símbolos indescifrables que a la postre serían la historia y profecía de la estirpe (metáfora de las civilizaciones), una historia total del tiempo concentrada en un instante, escrita en sánscrito y otras codificaciones.
Los libros son el resultado de los límites que hemos vencido y son tan benéficos como negativos, todo depende de cómo queramos usarlos, en distintos episodios históricos ha sido una tentativa de exterminio, quemar libros para borrar una cultura y su registro en el mundo, incluso han quemado a sus autoras y autores con ellos, pero según Ray Bradbury: “hay algo peor que quemar libros y es no leerlos”. En México contamos con un estudioso y erudito en materia de lectura, Juan Domingo Argüelles, quien ha dedicado importantes libros y conferencias a esta materia, él nos comenta que no existen personas que no gusten de leer sino que no ha encontrado el libro adecuado. Sirva esta reflexión para invitar a que asistan a la 30ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara y busquen sus libros y disfruten sus eventos, seguramente algo se llevarán de ahí, aunque sea unas palabras o, mejor aún, exista ese encuentro inesperado y sea el primer día de su vida de lectores.