El pasado martes se llevaron a cabo las denominadas elecciones intermedias en nuestro vecino del norte. Cada dos años, a veces concuerda con la elección presidencial o la mitad de la misma, se renueva la Cámara de Representantes, así como una parte del Senado. En las midterms suele ser relativamente común que el partido que ocupa la Casa Blanca tienda a perder ciertos escaños.
En el 2020, los demócratas, además de ganar la presidencia, obtuvieron una mayoría en la Cámara de Representantes y un empate en el senado, que les otorgaba mayoría gracias al voto de la vicepresidenta Kamala Harris.
En caso de que los republicanos obtengan los números que les otorguen mayoría, pudieran comenzar con una serie de pasos para posicionarse de cara al 2024. Primeramente, buscarían frenar la agenda de Joe Biden en vías de debilitarlo a él y a su partido.
En segundo lugar, a pesar que se debe desahogar la mayoría de la investigación este año, si pudiera obtener mayoría en alguna de las cámaras, pudiera controlar los comités de investigación sobre el ataque al capitolio el pasado 6 de enero del 2021, en el cual se acusa al ex presidente Trump de motivar a un grupo de extremistas para alterar la ratificación de su rival en las pasadas elecciones.
De igual forma, estas elecciones ayudan a posicionar las fichas estratégicas de los posibles candidatos republicanos para el 2024. Donald Trump fue el primero en levantar la mano y comenzar con su estratagema. Los gobernadores de Florida y Texas, Ron DeSantis y Greg Abbott, respectivamente, han levantado la mano como sólidas opciones para representar al partido rojo.
Fiel a su costumbre, el ex presidente Trump ya descargó sus municiones en contra de sus dos colegas, señalándolos de corruptos e incompetentes para el cargo. Nada nuevo.
Por parte de los demócratas, las elecciones resultan fundamentales para poder enderezar el barco y lograr despuntar los índices de aprobación del presidente Biden, los cuales se han mantenido bajos en los últimos meses.
El mayor problema que enfrentan en la actualidad, está relacionado con la elevada inflación y las inquietudes por el estado de la economía, la cual, según algunos expertos, se encontrará con un 2023 cuesta arriba, con la posibilidad de caer en una recesión.
Atrás quedaron los primeros dos años de Biden, en donde logró, gracias a su mayoría en las cámaras, se aprobarán leyes en temas como cambio climático, control de armas, inversión en infraestructura y pobreza infantil.
Sin embargo, si el control de cualquiera de las dos cámaras pasara al Partido Republicano, éste tendría el poder de evitar que el Congreso apruebe proyectos de ley demócratas y el resultado sería un estancamiento legislativo.
Una mala noche para los demócratas se interpretaría también como una señal de la continua debilidad política del presidente, y podría volver a revivir los llamados para que Biden le deje el camino abierto a otro candidato demócrata cuando comience la campaña presidencial de 2024.
Sin embargo, el presidente y sus asesores insisten en que van por la reelección y sólo se ha visto una vez en la política moderna que un presidente en el cargo pierda la nominación de su partido en las primarias.
Al cierre de esta colaboración, los republicanos habían asegurado la Cámara de Representantes; dejando muy reñida la contienda aún por el Senado. Pudiéramos concluir una victoria roja, aunque no con los márgenes que se esperaban. La mesa está servida para el 2024. Ya veremos cómo se va desarrollando.
OVERTIME
El resentimiento del presidente de nuestro país no deja de sorprender. Continúa, día con día, desde las últimas semanas, descalificando al Instituto Nacional Electoral, llamándolos hipócritas, clasistas, racistas, entre otras cosas. Aunado a este odio perpetuado, se asoma la posibilidad de que no se lleve el carro completo en 2024, por lo que busca controlar las elecciones. De igual forma, en caso que pierda, no aceptará la derrota, como es su fiel costumbre. Importante manifestar el desacuerdo con la extinción del INE.
@GmrMunoz