Carolina Castro Padilla
El Pabellón Antonio Acevedo Escobedo, ubicado en La Casa de la Cultura Víctor Sandoval, justo en seguida de la Biblioteca Enrique Fernández Ledesma sobre la calle del Codo, cumplió el 4 de febrero de este 2023 treinta y cinco años de haber sido inaugurado y de estar abierto al público. Este Pabellón es un hermoso recinto que guarda la biblioteca y el archivo personal de quien lleva su nombre, el escritor, periodista, crítico literario y todo un maestro en las artes del libro.
Antonio Acevedo Escobedo nació el 23 de enero de 1909 en Aguascalientes. Tenía once años de edad cuando empezó a trabajar como tipógrafo y se interesó en todo lo que constituye el trabajo de la imprenta, así quedó atrapado para siempre en las artes del libro. Muchos años después escribió en su obra titulada Entre prensas anda el juego: “La primera maravilla que conocí, antes de la mujer, fue la imprenta”.
El joven Antonio emigró a la ciudad de México en 1925. Llegó a la gran ciudad con sus quince años de edad y gran entusiasmo. Empezó a trabajar en la imprenta de José Vasconcelos y como periodista se inició en El Universal Ilustrado junto a Carlos Noriega Hope, escribiendo cuentos, ensayos, reseñas de libros y noticias. Más tarde colaboró en Revista de Revistas, El Nacional, Social de la Habana, Cuba, Fábula, Letras de México, El Hijo Pródigo, Noctámbulas, Excélsior y fungió como subdirector de la Editorial Ruta, dirigida por el licenciado Roberto Amorós. Fue jefe de redacción de la revista Arquitectura cuando la dirigía el arquitecto Mario Pani y lo fue también de la revista Artes del Libro, órgano de la escuela de este nombre en la que también dio clases. En 1959 tuvo a su cargo el Departamento de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, INBA, durante los sexenios de los licenciados Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez. Su labor fue ardua, silenciosa y muy fructífera, fue un hombre generoso, siempre impulsando a los escritores jóvenes y reconociendo y admirando a los escritores ya consagrados. Fue un crítico literario muy reconocido y aunque no pasó por las aulas superiores del estudio, fue una persona autodidacta que se formó a través de los libros y su gusto por escribir que lo condujeron a ser un hombre culto, erudito, excelente crítico literario y un gran ser humano. Perteneció a la generación de Francisco Díaz de León, de Gabriel y Enrique Fernández Ledesma, de Alejandro Topete del Valle, entre otros.
Su primer libro de relatos fue Sirena en el aula, que apareció en 1935. Entre sus obras posteriores están: Tierno. Despedimento, Ya viene Gorgonio Esparza, farsa popular para teatro guiñol, En la feria de San Marcos, Los días de Aguascalientes, Al pie de la letra, El azufre en México, Almanaque literario, El desarrollo editorial, Letras sobre Aguascalientes, El afán y la obra de Antonio M. Ruiz, que data de 1965 y fue su discurso de ingreso al Seminario de Cultura Mexicana el 17 de diciembre de 1964, En torno a Francisco Díaz de León, Letras de los 20’s, Asedios a Juárez y su época, Entre prensas anda el juego, Cinco escritores en olvido que data de 1970 y fue su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua el 26 de septiembre de 1969, La ciudad de México en la novela, Rostros en el espejo, Evocación de Eduardo J. Correa, Puertas a la curiosidad y Testimonios.
Antonio Acevedo Escobedo escribe con una prosa clara, sencilla, correcta, en la que está presente su delicado sentido del humor y su erudición en temas muy diversos, fue un hombre sensible, romántico y admirador de la mujer.
Don Antonio no tuvo hijos aunque contrajo matrimonio en dos ocasiones: primero con Julia Chavarría Dávila, de quien se separó, y después, en 1947, con Consuelo Hinojos Cordero, quien murió antes que él y a quien le escribió:
“Cuando el agua de los ríos suba hasta las cimas cubiertas de nieve; Cuando siembren la cebada y el trigo en los inquietos surcos del mar; Cuando los pinos broten en los lagos y los nenúfares en las rocas; Cuando el sol se vuelva negro y la luna caiga en los prados.
Entonces, sólo entonces tomaré otra mujer y te olvidaré a ti, CHELITO, alma de mi vida, corazón de mi corazón.
Sábelo desde ahora.
Yo”
En 1980, Aguascalientes le rindió un homenaje a don Antonio Acevedo Escobedo por sus cincuenta años de escritor. En esta ocasión la Universidad Autónoma de Aguascalientes lo declaró “Doctor Honoris Causa”. El H. Congreso del Estado lo nombró hijo predilecto de Aguascalientes y a la calle de Palmira, en el centro de la ciudad, le impuso el nombre del escritor Antonio Acevedo Escobedo. La Casa de la Cultura le hizo un homenaje el 8 de febrero de ese año y en ese acto, don Antonio Acevedo Escobedo, al tomar la palabra, manifestó su deseo de legar a Aguascalientes su biblioteca personal.
Todos los presentes escucharon sus palabras, las escuchó el poeta Víctor Sandoval y no las olvidó, de tal suerte que cuando desgraciadamente don Antonio falleció, el 4 de febrero de 1985 en su casa en la ciudad de México, don Víctor Sandoval, después de un tiempo prudente, fue a recoger el legado del escritor para depositarlo en la Casa de la Cultura.
Cuando ya estuvo todo ese material en este recinto, los maestros Kalman Verebelyi y Jorge Ávila Storer iniciaron la catalogación de los libros. Después, me tocó continuar con esa labor acompañada por la señora Lulú Parga. Al mismo tiempo estaba ordenando el archivo personal de don Antonio, la licenciada en educación Pilar González Martínez. Así trabajamos a puerta cerrada durante un tiempo hasta el día de su inauguración que tuvo lugar el 4 de febrero de 1988, cuando el ingeniero Miguel Ángel Barberena Vega, gobernador del Estado, y el arquitecto Mario García Navarro, director general del Instituto Cultural de Aguascalientes, recibieron oficialmente la biblioteca y el archivo personal del escritor Acevedo Escobedo, de parte de la señora Margarita Hinojos Cordero, cuñada de don Antonio; el señor Octavio Chávez Acevedo, sobrino directo del escritor Acevedo Escobedo y el licenciado José Luis Correa; hijo de Eduardo J. Correa y apoderado de don Antonio. Después de esto se abrieron las puertas del Pabellón aunque seguimos trabajando en la organización y catalogación durante mucho tiempo más, sin hacer promoción especial al recinto pero sí atendiendo a las personas que acudían a consultar algo. Tiempo después, otras personas se hicieron responsables de este Pabellón.
Las características de este acervo bibliográfico y documental favorecen la recreación, consulta e investigación a estudiantes de niveles superiores y en general a personas interesadas principalmente en temas relacionados con el arte, la literatura o la historia. Si usted no conoce el Pabellón Antonio Acevedo Escobedo, visítelo, sus puertas están abiertas para todos.