El deporte en el barrio

La energía, pasión, ímpetu y hasta frustraciones que tienen -principalmente- los niños y jóvenes de un barrio, buscan las maneras de desfogarse. La práctica del deporte y la pasión por los equipos son dos formas de lograrlo. La socióloga Nathalie Heinich profundiza en lo que Norbert Elías teorizó sobre esto: <<Así toma lugar, tanto en el nivel individual como en el colectivo, una “liberación controlada de las emociones”, el papel de la búsqueda de tensiones en el ocio, que permiten liberar los afectos, y especialmente las pulsiones agresivas, en un cuadro tal que la violencia se encuentra contenida por reglas dentro de un espacio-tiempo limitado.>> (Heinich, 1997, p.45). Por lo que, de forma natural, la práctica deportiva y la afición se vuelven un catalizador importante del tiempo libre y de “ocio” en los habitantes del barrio.

Pero además, es punto de encuentro personal y emocional, por una importante razón: la “Deportización soporta: la anulación de las diferencias sociales en provecho de la igualdad de oportunidades respecto de las competencias deportivas” (Heinich, 1997, p.44). Es de esta forma en que las diferencias de cualquier tipo -social, económica, cultural, cronológica, etc.- se aminoran, posiblemente solo por un tiempo determinado y limitado, pero al final “emparejan” la socialización. Y si bien podrías echar cascaritas de fut poniendo dos piedras como portería en alguna calle poco transitada, o unas retas de básquet en los emblemáticos aros que ponían los de la Diana en su parte norte, o los de la Marte en la Virrey de Mendoza, otra cosa es practicarlo de manera semi-profesional, conformando equipos y compitiendo en torneos de ligas estatales.

Lo anterior generaba todo un ritual personal que ayudaba a abstraerte de tus asuntos (o problemas) cotidianos. Los domingos preparabas tu maleta, te dirigías al punto de encuentro para reunirte con los de tu cuadra, llegabas y te ponías al día, bromeabas o echabas carrilla con los que estaban, mientras llegaban los demás. Una vez completos, te amontonabas en algún carro o subías a la caja de la camioneta, sentías el aire en tu rostro y veías la tranquilidad de la calle de los domingos (a diferencia del ajetreado trayecto semanal), llegabas a la cancha y veías a tus rivales, calentabas tirando de media distancia, buscabas estar en el equipo titular, si no, sabías que entrarías. La condición física de algunos daba para que casi todos jugaran, los capitanes llevaban cada uno su balón, ambos botaban y dominaban para ver su estado y condiciones, decidían por uno e iniciaba el partido; ahí podías forcejear, empujar al otro y patear el balón con todas tus fuerzas, explotabas de emoción cuando el equipo anotaba y sentías una tranquila frustración cuando el gol era del contrario, si los ánimos se caldeaban no faltaba un conato de bronca y si la rivalidad era añeja hasta una campal se desarrollaba, pero al final sin importar el resultado, se hacía la cooperacha para las aguas y la chela, analizaban colectivamente cómo estuvo el juego y sin darte cuenta la charla giraba en banalidades que te hacían sonreír, llegando a las carcajadas por la carrilla de uno contra otro, al final regresabas a la casa, cansado, aterido, con el sudor seco, te preguntaba algún integrante de la familia en tono de broma “¿Cuántas perdieron?”, y ampliabas o acortabas la respuesta según el resultado y tu ánimo, pues deseabas un buen regaderazo o baño a jicarazos que te reanimaría, al final estabas satisfecho viendo a tu familia convivir ese domingo, prendías la tele para ver a tu equipo favorito. Más o menos lo mismo ocurría si jugabas básquet o beis, era un ciclo que se repetía cada fin de semana, mientras duraba el torneo.

En La Puri hubo equipos «legendarios». Traigo a la memoria tres que tengo presente y me disculpo por alguna omisión que estoy dispuesto a subsanar si me hacen llegar la información: En los 80’s, el equipo de fútbol «Sección 40», llamado así pues los patrocinaba Don Chuy, entonces líder del sindicato de PEMEX en Aguascalientes y habitante del barrio, compuesto por jóvenes principalmente de la Hornedo, Diana y Amato. Los periódicos dejaron constancia de que ganaron un emblemático cuadrangular disputado entre la Selección de Aguascalientes, el Equipo del IMSS y el ISSSTE. Ellos representaron a la liga amateur por ser los campeones, fueron invitados como «pichones» y resultaron sorpresivamente ganadores. En la década de los 90’s, el «Deportivo Súper España», como dice Antonio Castañón, «una revoltura de talento de todos los rincones de La Puri», fueron campeones varios años en la Liga Pirules y la Estatal, invictos en las retas que se hacían en el deportivo ferrocarrilero. Finalmente, uno de baloncesto patrocinado por Carnitas San Pancho, una selección de grandes basquetbolistas del barrio y alguna otra «adquisición», pero que hacía ronda en La Puri, eran muy vistosos en su forma de jugar, pues hacían jugadas de «fantasía» con asistencias, alley-oops y clavadas que lo hacían espectacular, ganando torneos y partidos de exhibición.

La función que el deporte tiene es fundamental para la convivencia de un barrio, tanto para las familias como los individuos. «El deporte es el modo simbólico de conseguir unas victorias que de otra manera la inmensa mayoría de los partidarios no conseguiría en la vida» (Suárez, 2000, p. 10). De esa forma, encuentran válvulas de escape emocionales y físicas a su rutinaria y muchas veces pesada cotidianidad.

También otro aspecto era la afición a los equipos profesionales, pero eso amerita otra entrega.

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