
El Novenario de la Inmaculada Concepción de María, “La Purísima Concepción”
El Barrio de la Purísima es en su mayoría católico y se podría considerar ferviente. Asumen los festejos religiosos con fe y constancia, como la Cuaresma, Semana Santa, Señor de las Tres Caídas, Festejos de la Virgen de la Asunción, los Rosarios de la Virgen de Guadalupe, pero el principal festejo religioso del barrio es en conmemoración de la Inmaculada Concepción de María, «La Purísima Concepción», que fue proclamado como dogma por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, y que además se celebra nueve meses antes de la Natividad de la Virgen, que es el 8 de septiembre. Aproximadamente cincuenta años después de esta proclamación, en Aguascalientes se comienza a concebir un templo en la zona oriente con clara influencia obrera ferrocarrilera, ya que la iglesia tenía la preocupación del avance de religiones protestantes y de las ideas comunistas. En 1903 se colocó la primera piedra.
¿Por qué en honor de La Purísima Concepción? Fue el Obispo Portugal y Serratos el principal promotor. «En sus escritos siempre daba gala de la fe que tenía en la Virgen María, especialmente haciendo hincapié en su carácter de inmaculada y Purísima, ratificando que la cercanía de ella como madre de Dios era la que se necesitaba para atraer aquellos fieles que se alejaban de la Iglesia.» (Solís, L. 2021, p.83). Fue así como el barrio encontró a La Purísima Concepción y como la Inmaculada Concepción de María llegó al Barrio.
Se constituyó como parroquia cuatro décadas después. «Fue hasta 1941 cuando se oficializó como parroquia según el Decreto del 27 de junio de ese año ‘erigimos una nueva parroquia que se llamará: ‘parroquia de la Purísima Concepción’ de María Santísima y tendrá como iglesia[sic] parroquial el templo de este mismo nombre'» (Solís, L. 2021, p.94). Además, dicho decreto describía los límites territoriales que comprendía. Pero, ¿qué es una parroquia? Se entiende como «una comunidad estable de fieles en la iglesia en particular, encomendada por un párroco como pastor propio». De esa manera, la comunidad parroquial se congrega en torno a este festejo anual que inicia desde el 30 de noviembre, aperturando el novenario, donde cada zona del barrio peregrina rezando por las calles hasta llegar al templo y rendir homenaje.
Si bien es una tradición añeja desde los primeros años del templo y luego como parroquia, los primeros registros de organización datan de la década de los 60. «Lo celebraban, primero, siguiendo las indicaciones diocesanas que aplicaban al clero y a los fieles, ya sea sobre ayunos o la abstención de asistencia a los espectáculos calificados como ‘inmorales’ o las misas reglamentarias de homenaje; y segundo, con una fiesta popular para la grey del barrio, con fuegos artificiales, los tradicionales ‘castillos’ de pólvora, la colaboración de los tianguistas y la colocación de otras diversiones para niños y adultos… De alguna manera, era obligación de los sacerdotes en general durante ese día tan especial renovar la promesa en ellos» (Solís, L. 2021, p. 105 y 106). De esta manera fue como los habitantes de La Purísima asumieron el festejo parroquial como una festividad.
En las décadas de los 80 y 90, dicho festejo se vivía de forma especial. Desbordaba lo religioso para pasar a lo popular. El repicar de las campanas, los cuetes, las peregrinaciones y las amenidades puestas a un costado del templo generaban algarabía, como juegos mecánicos. Pero destacaban los billares y futbolitos. Estos últimos eran escenario de competencias individuales o por pareja. Quien no jugaba podría ir de mesa en mesa para ver la intensidad de quienes jugaban. En la que estaban los mejores, normalmente rodeados y gritando las emocionantes acciones. El ruido de las varillas golpeando la madera, cada que buscaban golpear la bola, el sonido de la bola al chocar con la madera y, principalmente, ese característico sonido cuando la bola golpeaba dentro de la portería, que era acompañado de suspiros, gritos y aspavientos tanto de jugadores como de ese improvisado público.
Por otro lado, a un grupo de afortunados jóvenes se les permitía tocar las campanas en esos nueve días. Subíamos por la puerta que está en el costado norte del templo hasta la cúpula, ahí nos coordinábamos y repartíamos para tocar las campanas: la mayor, la mediana, la «escuelita» que era la chica, y la esquela, que no estaba en las torres. Todas tenían su técnica para dar el característico sonido. Por ejemplo, la mayor se tenía que balancear con todo el cuerpo para poder tocar con fuerza. Era tan pesada que tenían que estar parejas pues a los diez o quince segundos se agotaban y tenía que entrar un cambio de ayudante para seguir tocando durante el minuto que duraba el repique. Las otras campanas acompañaban: la media tenía un ritmo cadente, la esquela no solo era dar vueltas, sino que tenías que empujar el badajo con la mano libre cuando estaba a la mitad de dar la vuelta, y la escuelita prácticamente solo se jalaba para tocarla de un solo lado y que emitiera un característico y delicado sonido. Por ello se conformaban equipos para cada una de las campanas y el repique salía con éxito. Esto se hacía para la misa de las 6 de la mañana y las 6 de la tarde. Y para el día 8, nos quedábamos a pernoctar en el techo del templo para la misa de gallo y la primera de las 6 de la mañana.
Los días 8 de diciembre eran el clímax de los festejos. Muchos vecinos pedían permisos en sus trabajos o faltaban a la escuela para convivir. A lo largo del día llegaban peregrinaciones con danzantes y música, como tríos, rondallas o mariachis, y ya en la tarde noche se cerraba el tránsito en la glorieta para alistar la quema del castillo de pirotecnia. A los puestos de los juegos se les sumaban quienes ofrecían fritangas y comida. A las once de la noche, se prendía el espectáculo de pólvora. El nocturno cielo se iluminaba de formas multicolores, mezclado con los sonidos de la música, los juegos, las explosiones y el chiflido de los cohetes. Al apagarse la última vela y explotar el último cuete, terminaba y poco a poco todos se retiraban a sus casas, esperando con ansias el próximo 8 de diciembre.
Se reciben precisiones, datos o sugerencias para enriquecer este proyecto a honoerato@hotmail.com; Instragram: noeg360; Twitter: @noeg2