Los políticos frente al barrio

La estratificación poblacional (edad, creencias, afinidad), sus centros de confluencia (templo, tianguis, mercado), la concurrencia de grupos y liderazgos (tianguistas, locatarios, obreros, comerciantes) y sus sectores sociales, son factores para que La Purísima sea un espacio de la disputa ideológica y electoral de la clase política en Aguascalientes. Nos dice Norbert Lechner para referirse al actuar de los políticos frente a las zonas populares: “Las callejuelas de la vida cotidiana son frecuentemente callejones sin salida, pero a veces permiten vislumbrar la cara oculta de las grandes avenidas. También la democracia, tan necesitada de la luz pública para su desarrollo, esconde patios traseros, algunos sórdidos, otros simplemente olvidados”. Olvidados a lo largo del año, pero recordados en época electoral, aunque al terminar las campañas nuevamente no se paraban hasta que llegara el nuevo proceso electoral y así cíclicamente.

Las andanzas de los políticos en el barrio se daba (o da) principalmente de dos formas, una de ellas es en recorridos por las áreas de confluencia, principalmente los días de tianguis, ahí circulaban brigadas y candidatos repartiendo panfletos y saludos, los que tenían más presupuesto (en los 80’s era el PRI, en los 90’s en adelante se sumó el PAN) repartían souvenirs, plumas, cachuchas, playeras, mandiles, tanto a comerciantes como a clientes que los saludaban con cierto desdén, por más que su sonrisa e histrionismo buscara ganarse simpatía. Normalmente, los “líderes” eran parte del corporativismo y clientelismo con el poder, en los 80’s e inicio de los 90’s “la alianza” era con el PRI (siempre con la esperanza de ser compensados con algún cargo de representación popular), aun con esto, siempre se tenía cierta civilidad política, independientemente del partido, dejaban que realizaran su proselitismo, su recorrido, ya que no representaban “peligro” alguno para el entonces partido aplanadora. Salvo en el 88 cuando el entonces líder de tianguistas organizó un grupo para no dejar entrar a las brigadas del Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional cuando el candidato presidencial era Cuauhtémoc Cárdenas, les aventaron fruta podrida y a gritos y en medio de una trifulca, les impidieron el proselitismo; algo similar pasó en 1994 y 1998 cuando el PAN representaba una amenaza para el entonces partido en el gobierno, la tensión y conatos entre grupos de líderes y brigadas de candidatos surgían; paradógicamente con la transición política en el Ayuntamiento y el Gobierno del Estado, también inicio una etapa de “pluralidad” de los líderes con quien estaba en el poder y pasaron de ser rivales a ser aliados o compañeros de causa.

La segunda forma de esta relación políticos-Purísima era (o es), en las laberínticas calles se organizaban las estructuras partidistas, principalmente encabezadas por mujeres jefas de familia, aprovechando su conocimiento de los vecinos y el tiempo libre de las labores del hogar para liderar grupos de base popular, como lo describe la investigadora Alejandra Massolo, “las mujeres colonas y vecinas comenzaron a germinar y crecer como gestoras sociales de las demandas populares, a partir de los micro-escenarios públicos de la vida cotidiana”, de esta manera, ellas encontraban una forma de sentirse con una posición de reconocimiento en su comunidad, ya que al ser enlaces para buscar gestionar y «solucionar» los problemas dando respuestas a las peticiones de sus vecinos como, la luminaria fundida, el descuento en la multa, el tope para los autos, un lugar en la escuela de preferencia, etc., además también se beneficiaban de las prebendas que sus referentes partidistas tenían acceso como despensas, cobijas, becas o algún apoyo económico a cambio de enlistar y “sacar” a sus vecinas para votar o cuidar casillas electorales, así ellas eran el eslabón para asegurar las clientelas políticas, que aportaban para llenar mítines, hacer reuniones barriales y finalmente votar. También en un inicio el PRI fue el que inició y dio seguimiento a este sistema clientelar, pero con la llegada del PAN al poder y las prerrogativas a todos los partidos, las calles de La Purísima eran disputas entre partidos, y las antiguas “leales” líderes encontraron la forma de revalorizar sus servicios y someterlos a la “ley de la oferta y demanda”, por lo que ofrecían sus “buenos oficios” clientelares al mejor postor sin importar quién o qué partido era.

¿Las anteriores acciones se veían reflejadas en las votaciones? No siempre, pues en primer lugar la conglomeración del tianguis es de tránsito, tanto tianguistas como clientes en su mayoría no viven en el barrio, y segundo, el clientelismo político sólo se daba en algunas calles (por lo regular en los estratos sociales con más carencias) y aun en esas calles el porcentaje era poco significativo, los grupos eran de 20 a 30 personas (nada despreciables en la suma de todos los grupos) cuando en esas zonas habitaban 300 o 400.

Pero también hay que considerar, que paralelamente a lo anterior en la mayoría de las casas se tenía un criterio y una simpatía política propia principalmente por dos razones; la primera la población en su mayoría era (es) católica practicante, por su cercanía con la parroquia, así como la gran influencia por un comportamiento conservador resultado de las “líneas” (opiniones) del Cura o el acólito de la parroquia; en segundo lugar, en algunos hogares se tenía una influencia histórica de la conciencia obrera ferrocarrilera, por esos dos motivos esto provocaba que dentro de los hogares no penetraran las prácticas clientelares, ni las manipulaciones políticas se veían reflejadas.

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