Juegos por temporada

Salir a la calle a platicar o patear un balón no era suficiente, los niños y jóvenes estaban ávidos de sumergirse en distintas distracciones que satisficieran sus ganas de diversión y esas ansias de competencia. Se hacían cascaritas callejeras de futbol, dos piedras o suéteres de cada lado servían para marcar la portería, también juegos como el bote pateado, que no era más que las escondidas, pero con la diferencia que en lugar de contar, era patear un bote y se tenía que ir por él. También las “chollitas”, una especie de adaptación de beisbol, sólo que quien perdía lo ponían frente a la pared y los ganadores le tiraban con la pelota tres veces tratando de golpearlo con ella, si el tirador fallaba los tres tiros ocupaba el lugar del perdedor.

De igual modo estaba el “burro castigado” donde un equipo se ponen de frente al poste y agacha solamente la espalda, con las piernas rectas, de modo que metía su cabeza debajo de las piernas del poste; el siguiente integrante también se agachaba y se ponía detrás del primer y así sucesivamente formando una fila. El otro equipo tratará de tirar al burro (a todo el equipo contrario). Uno a uno, los integrantes brincaban y caían de sentón, encima de la espalda de los que están agachados. La idea era que cada miembro que salte, debe moverse hacia adelante para dar espacio a los demás compañeros y así busquen tirar al burro. Pero se pueden defender y lo hacían moviéndose de un lado a otro, tratando que uno de los adversarios tocara el suelo. El primero que caiga de los dos equipos, pierde.

También el “changuai”, un palo de 15 cm era golpeado con otro de 30cm y tenías que calcular cuántas veces cabían esos palos en la distancia de donde se “tiró” a donde quedó, “40 largos, un corto, tres dedos”. Viéndolo de una y otra forma, se reforzaban actividades como matemáticas y gimnasia que son importantes en el desarrollo de la niñez.

También había juegos por temporada, como era el yoyo, trompo y los caicos (canicas), en el primero se retaban a realizar trucos y maniobras, asimismo en el trompo, pero también surgió una variación donde se ponía dentro de un círculo y cada uno de los participantes buscaban sacarlo y propiciarle el mayor daño posible (hasta se afilaban las puntas metálicas), en ambos una vez al año surgía una estrategia propagandística en tv, revistas y carteles en tiendas y papelerías con los nuevos modelos, donde hasta se hacían exhibiciones de expertos contratados por las marcas de juguetes y torneos donde se daban premios, cuando terminaba una temporada de yoyo pasaban uno o dos meses y seguía, creo que coincidían antes de cada periodo vacacional. En el caso de las canicas -creo que llenaba los vacíos- y se jugaba al cuadrito o al hoyo donde cada retador ponía un número igual de canicas y el que lograra golpear al “tiro” del rival lo iba eliminando, hasta quedar uno solo y era el ganador de todas las canicas puestas, los lugares para jugar eran la parte sur de la diana donde había cierta parte de tierra y uno de los jardines de Juan de Montoro o en la jardinera de la Virrey.

Al retarse en cada uno de los juegos arriba descritos, muchas veces los amigos de toda la vida aprendían a convivir, a interactuar y enfrentar a extraños que no necesariamente eran desconocidos, y tenían que liderar con habilidades o estilos distintos y hasta desconocidos, de esos equipos que se formaban con integrantes diversos y heterogéneos, como lo es en los retos de la vida adulta, adquiriendo así habilidades sociales que difícilmente aprenderían viendo la televisión.

Se reciben precisiones, datos o sugerencias para enriquecer este proyecto a honoerato@hotmail.com; Instragram: noeg360; Twitter: @noeg2