“Lo bravo” (las pandillas, bolitas o grupos)

Me gusta decir que La Puri es un barrio Trabajador, Fritanguero y Bravo, en ese orden, y en anteriores entregas he hablado de las dos primeras características, tanto por su cultura del esfuerzo y del trabajo, así como por su variedad gastronómica. En esta entrega abordaré por qué se considera (o consideró) a La Purísima como un barrio bravo.

En primer lugar, el barrio no es homogéneo, como lo hemos visto, en la sociedad que lo compone conviven distintas clases, sectores, estratos socioeconómicos y culturales; esto conlleva una riqueza sociocultural, pero también, como en toda relación social genera tensiones y conflictos. “El barrio tiene centralidad para los jóvenes, ya que es un medio de socialidad, de identidad y genera efecto de pertenencia. Es una raíz imaginada de cohesión social, no funciona como relación lineal del territorio, no está circunscrito un límite administrativo y puede conectarse además con otras geografías” (Moncrieff, 2022). Además, la extensión y la conformación territorial del barrio también generan subzonas. Dichas subzonas se caracterizan por conformar coincidencias, rutinas, rituales propios que provocan tengan unas características propias. Por ello, los individuos en los conjuntos de sus calles, conforman grupos, ya sea por edad o afinidad, que generan lazos de amistad y hasta de hermandad. En estos grupos regularmente destacan los de jóvenes, que cuentan con una forma de pensar propia, asumen estilos de vida, formas de vestir y actividades que los distinguen del resto de los habitantes, por lo regular de una forma rebelde que llega a chocar con el status quo. El sociólogo Milton Trasher realizó una clasificación de estos grupos: “(1) pandilla difusa, que se reúne ocasionalmente sin tener una estructura interna muy desarrollada; (2) la pandilla bien estructurada, que se reconoce y es reconocida por los otros como pandilla, y que tiene una estructura interna desarrollada y una tradición de lucha que le da fama de dureza. Suelen ser pandillas de adolescentes. Al crecer, los miembros de estas pandillas pueden integrarse a otras pandillas; (3) que son como sociedades secretas; (4) agrupaciones tipo club, casi siempre de tipo deportivo; (5) se vinculan a la política; (6) pandillas dedicadas al crimen”. (Zalpa citando a Trasher, 2020, p. 58 y59) Estos grupos aparecen como un recurso que hay que tener en el barrio, como una forma de resistir y acompañar a sus integrantes que, por lo regular en la adolescencia, adolecen de algún acompañamiento socio afectivo.

En La Purísima, de forma natural, entre la década de los 80 y principios de los 90 se generaron grupos o “bolitas” principalmente de adolescentes, jóvenes y algunos adultos jóvenes. Que si tomamos como base la clasificación de Trasher, podríamos decir que había varios grupos de amigos que no entraban en dichas categorías, como los que se reunían en La Patos, otros en calle Cosío o en Constitución; pero los que podrían entrar en dichas categorías podrían ser los que se juntaban en la parte norte de la privada Diana, que llegaron a autodenominarse LD (La Diana) con habitantes principalmente de calles como Hornedo, Juan de Montoro, Ezequiel A. Chávez, Alameda y la misma privada Diana, que podría caer en la categoría 4; pero también había otro -de mayor trascendencia como pandilla- que podría caber en la categoría 2 como tal, era los de la zona de La Marte, que se denominaban PBM (Puro Barrio Marte) o LM (La Marte) principalmente conformada por habitantes de la Privada Virrey de Mendoza (La Virrey), la Amatto, Migue Meneses y la misma calle Marte.

La ubicación de estos grupos en dichas categorías es por lo siguiente:

Los de La Marte se caracterizaban por que exhibían como principal característica la cultura de los cholos, adoptada en varias partes del país de la cultura anglo mexicana de Los Ángeles, California, y que principalmente se distinguían por la forma de vestir con el paliacate en la cabeza, la camisa abotonada únicamente con el botón de arriba del cuello, portando un rosario o cruz en el cuello, pantalón holgado, pelones, tatuados, barba en forma de candado, lentes oscuros, red en el cabello, escuchaban música de la llamada “oldies” o rap, una ferviente fe religiosa, principalmente por la Virgen de Guadalupe, y en el caso particular de La Marte por el Señor de las Tres Caídas, pues tenían una Capilla en el corazón de esa subzona y un grupo de danzantes.

Por otro lado, en La Diana se distinguían por una apasionada práctica de los deportes, principalmente el basquetbol, pues tenían un tablero y aro en la privada de La Diana, donde todas las tardes se hacían intensas “retas” entre sus integrantes, pero también practicaban el futbol y hasta el beibol, según la temporada del año, además de que contaban con equipos que inscribían en ligas amateurs. Aquí los gustos eran más sui generis y diversos, quienes integraban esta “bolita”, alternaban la práctica de los anteriores deportes con su afición por el bicicros, otros por el skate o los patines, así como sus gustos de vestir y el estilo de música que escuchaban podría ir desde rap, el rock y/o pop en inglés o español. Pero aun con esa diversidad, todos encontraban una convergencia, que les ayudaba a saciar una necesidad de pertenencia, camaradería, amistad, apoyo y protección, que en el grupo lo encontraban.

La energía, rebeldía, frustraciones y vaivenes emocionales de la edad, provocaba que emergieran conflictos, disputas y peleas, de vez en vez entre algunos integrantes con otros, principalmente por la “carrilla”, se decía “sin carrilla no hay pandilla, el que no aguante ‘vara’ a …”; también las peleas surgían de un grupo contra otro grupo, pero que se resolvía con un “tiro” de “compas” si era entre miembros del mismo grupo, o de esos que llamaban “un tiro limpio” si era de un miembro de un grupo contra un integrante de otro, pues no utilizarían ni armas, ni objetos y no dañarían “de más” al rival si uno estaba venciendo. Pero aun con estos conflictos dentro del mismo barrio, se sabía que finalmente todos eran un “nosotros”, los de La Puri, y que había “otros”, los de otras colonias, barrios o estratos que no pertenecían a nuestro barrio de La Purísima, y eso se hacía saber emergiendo lo bravo de distintas maneras.

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