Estimados lectores, el pasado día 22 de marzo fue otro día más para la conmemoración del Día Mundial del Agua, no faltó la parafernalia y espectáculo circense en algunos eventos, en otros la sobriedad y crudeza por que las metas establecidas en 2015 parecen cada vez más lejanas, en otros eventos privó la sensatez con atisbo de ser innovador y atrevido en las acciones que conlleven soluciones. Y en otros sólo fue el discurso, un discurso que se vuelve una retahíla de palabras que van y vienen, que si nos poseemos un poco de imaginación podríamos escuchar que detrás de cada palabra vacía se esconde el sonido de una gota de agua que va hacia la nada, es decir, el sonido del desperdicio.

En la página oficial de la ONU, en especial el apartado de la Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023 celebrado los días 22 al 24 de marzo, en la ciudad de Nueva York, nos encontramos con la siguiente numeralia:

  • 4 millones de personas mueren anualmente y 74 millones verán acortada su vida a causa de enfermedades relacionadas con el agua, el saneamiento y una higiene deficientes.
  • A día de hoy, 1 de cada 4 personas (2000 millones de personas) en todo el mundo carecen de agua potable segura.
  • Casi la mitad de la población mundial (3,600 millones de personas) carece de un saneamiento seguro.
  • A nivel mundial, el 44% de las aguas residuales domésticas no se tratan de forma segura.
  • Se prevé que la demanda mundial de agua (en extracciones de agua) aumente en un 55% para 2050.

Concluye con lo siguiente: “Serán precisamente estos compromisos los que formen la llamada “Agenda de Acción del agua” que debe ser un plan rápido y transformador”.

Para finalizar esta página nos lanza la siguiente advertencia: “Los últimos datos muestran que los gobiernos deben trabajar un promedio de cuatro veces más rápido para cumplir con el ODS 6 a tiempo, pero esta no es una situación que pueda resolverse con solo un actor o grupo”.

Vale la pena recordar que la OCDE también en un no tan lejano 2015 señaló: “El agua dulce, accesible y de alta calidad es un recurso limitado y de gran variabilidad. Las proyecciones de la OCDE indican que el 40% de la población mundial vivirá en cuencas hidrográficas bajo estrés hídrico y la demanda del agua se incrementará en un 55% para el año 2050 (OECD, 2012a)”.

“Se requiere una inversión considerable, que se estima en USD 6,7 billones hasta el 2050, para renovar y modernizar la infraestructura de suministro de agua y saneamiento. Si a ésta se incluye una gama más amplia de la infraestructura relacionada con el agua, la factura podría triplicarse para el 2030 (OCDE, 2015c).” Como podemos constatar el reto es enorme, pero debe realizarse porque la demora representa acumulación y no cumpliríamos meta alguna que pudiera establecerse. Estos párrafos inevitablemente se convierten en fatal profecía, pero no una profecía de futuro sino de un pasado y un presente que han conducido a un escenario indeseable, ese es el resultado de convertir al Día Mundial del Agua en una parafernalia, eso es el resultado de la palabrería y de discursos cargados de un barroquismo amorfo con que dan respuesta los dirigentes que ostentan cargos públicos.

Los decisores enturbian el agua y le despojan de una claridad llevando con ello a una confusión que impide lograr que un usuario cuente con agua para sus necesidades, que un agricultor que no sólo requiere del recurso para trabajar y ganarse el sustento, sino para alimentar y ser el detonador del primer eslabón de la economía, así como la necesidad del industrial en la generación de bienes y servicios. No olvidemos que hace tres años el SARCOV2 mejor conocido como COVID-19 nos dio una lección inolvidable.

Hace unas semanas platicando con dos excelentes amigos Ricardo Sandoval y Juan Huerta, coincidíamos en la panorámica lamentable que desnuda una situación preocupante consistente en que los decisores políticos que han tomado los micrófonos y escenarios, demuestran no conocer el agua, y al no conocer agitan el agua enturbiándola, así que ni ellos terminan por ver, ni dejan ver a quien no está habituado al agua; pero no todo termina ahí, tomarán decisiones pensando en su futuro, visión muy personal, que ni siquiera llega a una visión antropocéntrica, lo cual sería sesgado pero no tan drástico, no pasa en su cabeza la visión ambiocéntrica ni siquiera que el agua tiene diversos rostros y como tal debería ser abordada. En fin, el Día Mundial del Agua nos recordó que debe seguir existiendo en el calendario, porque de lo contrario, terminaríamos en destinarlo al olvido y la espiral descendente sería más pronunciada. Nos vemos la siguiente semana, no olviden la importancia de emprender políticas y acciones que permitan que en México y Aguascalientes el agua nos alcance.

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