Por: Itzel Vargas Rodríguez

Bien es conocido el síndrome de la rana hervida, aquél que menciona cómo si se pone dicho animal en una cacerola con agua y sobre el fuego, al principio ésta se sentirá a gusto con el incremento de la temperatura, pero llegará el momento en que a causa del calor ya no podrá saltar y eminentemente quedará hervida.
Algo parecido ocurre con las crisis comunicacionales, la mayoría se pueden percibir y por ende prevenir, pero cuando se quieren tomar medidas que contrarresten, ya es demasiado tarde.
En el gobierno es muy común percibir ese tipo situaciones. El ejemplo en México más claro que recientemente se vivió, fue la llegada de Trump al país, un acto que de antemano costaría la reputación política del Presidente, pero que de todas formas se realizó, y las consecuencias fueron devastadoras en términos de percepción pública para el Gobierno Federal.
Por ejemplificar nuevamente, el ahora Presidente electo de los Estados Unidos se enfrenta también a muchísimas variables de crisis que se le pueden salir de las manos si no comienza una estrategia comunicativa apropiada. Tenemos de ejemplos desde cuestiones relativamente superficiales la pésima percepción que tiene su esposa Melania para muchos medios y artistas, hasta temas sumamente delicados como el abierto racismo que se ha desenfrenado con la llegada de Trump al poder. No la tiene fácil, de inicio, tendrá que manejar un discurso mucho más conciliador si no quiere que se disparen más las polaridades en los ánimos populares.
Pero en el ámbito local, el estado de Aguascalientes, hay dos fenómenos que presentan posibilidades de crisis comunicacional de forma latente.
Uno de ellos, que se ha incrementado conforme el paso de los días, es el tema del transporte colectivo. Comenzó como una demanda de la concesionaria por aumentar el coste del pasaje, luego por estire-afloje entre las negociaciones con el gobierno estatal y finalmente, con el aumento de la tarifa de transporte. Misma que, al único sector al que afecta, (por la baja calidad en el servicio que ofrece) es al obrero y estudiantil, el más carente de recursos económicos, justo en un momento de incertidumbre económica que acosa a nivel mundial.
¿Cómo puede ser esto una crisis? Lo es, y para muchos sectores. Primero, un “negrito en el arroz” para el Gobernador saliente, que ha logrado mantener una política eficiente en términos generales. Por ende una afectación al partido del que emana (PRI) y que justo se encuentra en uno de los momentos más delicados y cuestionables de la historia. Por otro lado, un punto álgido para la Concesionaria, que ante las cada vez más opciones de transporte, la tecnificación, la demanda popular y el descontento con el precio, puede desembocar en el fracaso del servicio y el comienzo de una propuesta nueva y más competitiva, porque ya es lo que pide a gritos la ciudadanía. Además, está el enorme reto del gobierno estatal entrante, que no sólo tiene el desafío de mejorar la gestión actual y mostrarse como una alternativa eficaz, sino que comienza su gestión en gobierno con éste caliente tema sobre las manos.
Tema aparte, la UAA enfrenta también una latente crisis de credibilidad a nivel local y nacional. La principal “Alma Máter” de los aguascalentenses ha invertido en lo que diversas voces sociales han considerado “gastos innecesarios”. Por ejemplificar, están las enormes pantallas luminosas LED ubicadas en extremos de la universidad que no abonan en realidad al quehacer estudiantil y a la generación del conocimiento. Por otro lado, la recién apertura de la torre de rectoría que costó varios millones en construirse y que justo se junta con la filtración mediática del fastuoso sueldo a rector que se equipara incluso, con el del gobernador. Todo esto se junta en momento de cambio de rector, que debe enfrentar la ya conocida posición de la UAA en mencionar de forma histórica y constante que no hay dinero suficiente. Justo con estos tres factores, la máxima casa de estudios se enfrenta a una inminente crisis de credibilidad social que al igual que con el tema de transporte, la siguiente administración debe encarar de la mejor forma posible.
Sólo se gestiona positivamente una crisis institucional o política cuando se toman medidas antes de que el tema explote. Pero cuando dicho tópico se convierte en una crisis, la mejor forma es combinar un plan estratégico de acciones contingentes aunado a una buena estrategia de comunicación que aminore la mala percepción sobre el tema.
Ya veremos cómo evolucionan dichos temas.

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