
El sector agrícola latinoamericano está copado, principalmente, por pequeños agricultores; salvo Uruguay, en el resto de países suponen más del 75% del total de agricultores del país. Eso no siempre se traduce en una superficie lo suficientemente grande, de hecho, en Paraguay los pequeños agricultores poseen menos del 10% del total de tierra agrícola.
Pese a todo, los pequeños agricultores producen más del 60% de los alimentos de la región y son clave para la seguridad alimentaria. Aun así, tanto su productividad como sus ingresos podrían ser mayores si los precios de los insumos fueran algo menores y tuvieran la posibilidad de mejorar su negocio mediante la solicitud de créditos o acceso a nuevas tecnologías.
El papel de las cooperativas en el desarrollo del pequeño agricultor
Las cooperativas son una de las soluciones mas habituales para eliminar o, como mínimo, minimizar problemas de ineficiencias inherentes a las pequeñas explotaciones agrícolas. El precio de los insumos suele ser mayor al no comprar cantidades suficientemente grandes y las dificultades para acceder a un préstamo bancario son mayores que en otros sectores, sumado a la falta de conocimiento financiero para hacer crecer el negocio.
La creación de cooperativas permite a varios agricultores pequeños juntarse para reducir el coste de los insumos, compartir información entre ellos, tener más facilidades para su financiación y acceso a tecnología de vanguardia. Gracias a la monitorización por satélite para cooperativas de agricultores, muchos de ellos ahora han podido adoptar técnicas modernas de agricultura con las que ser más eficientes, maximizando el rendimiento y reduciendo el uso de insumos. También les permite ver de forma general sus campos a distancia y planificar algunas de las tareas que forman parte de la producción.
Existen varios ejemplos bien conocidos de cooperativas que han conseguido funcionar con un alto grado de eficacia, incrementando sus beneficios y exportando sus productos a otras regiones del mundo. En Colombia, existen grandes campañas de comercialización de café local a otros países del mundo gracias a una gran cooperativa de cafeteros y cultivadores de café. En Bolivia y Perú, las exportaciones de quinoa aumentaron de forma notable gracias al trabajo de diferentes cooperativas. Sin la creación de esas cooperativas, esa exportación no habría sido posible.
Cómo la tecnología puede garantizar la sostenibilidad de la agricultura en Latinoamérica
Pese a la cantidad de cultivos producida, los agricultores de la región producen menos cantidad de la que deberían. Así pues, el sector se enfrenta no solo a ese necesario aumento de la producción, sino que, además, debe hacerse de forma sostenible. Los recursos naturales de América Latina no son ilimitados y en algunos lugares han sufrido una gran degradación como consecuencia de un trato negligente por parte de empresas y la dejadez de las instituciones gubernamentales. Asimismo, la propia agricultura en sí, en sus formas más tradicionales, consume casi el 75% del agua dulce y genera la mitad de los gases de efecto invernadero.
Aunque una pequeña parte de los agricultores de Latinoamérica ya han adoptado técnicas sostenibles de agricultura, la gran mayoría todavía no ha dado el paso, lo que pone en peligro la sostenibilidad de la región. La agricultura ocupa casi un tercio de la superficie de la región y algunas técnicas extensivas agotan el suelo de tal manera que la única forma de poder seguir cultivando es extendiendo las tierras de cultivo, normalmente a costa de bosques y terreno salvaje, con la consiguiente disminución del hábitat de la fauna salvaje y pérdida de biodiversidad. Sistemas agrícolas de ese estilo deben ser sustituidos por otros que garanticen la sostenibilidad y el correcto uso de los recursos naturales disponibles.
La tecnología actual es capaz de proveer una amplia gama de herramientas de apoyo a la toma de decisiones y para optimizar todas las etapas de la producción. Para realizar con éxito la agricultura de precisión, contar con datos fiables sobre la meteorología es clave, pues permite estar alerta ante fenómenos meteorológicos extremos o evitar regar y/o aplicar insumos como fertilizantes cuando se prevé que va a llover. Con el apoyo de las imágenes de satélite de alta y ultra alta resolución, los agricultores pueden detectar síntomas de enfermedades, estrés, falta de nutrientes o degradación del suelo. También la biotecnología aporta su granito de arena, con semillas de cultivos que son más resistentes a la sequía o las plagas.
Al eliminar las conjeturas y adivinaciones y trabajar en base a datos objetivos es posible desarrollar el potencial pleno del campo con un rendimiento superior, menos gastos y, al mismo tiempo, protegiendo el medioambiente.