Saúl Alejandro Flores
Como lo mencioné la semana pasada uno de los problemas mayores que presenta el sector hídrico más allá de la escasez, contaminación y sobrexplotación, parte de la forma en que se administra, en este aspecto todo se traduce en la ausencia de una autoridad en el sector agua.
En efecto, una autoridad, porque esa sería la única manera de poder administrar y hacer frente a la serie de problemas acumulados y por acumular en el sector hídrico, controlar la anarquía, el uso indiscriminado del recurso, el descontrol en concesiones y asignaciones, la ausencia de inspección, el abuso por parte de concesionarios con respecto a los usos de derechos de agua, la contaminación, el monitoreo disperso, la planeación en la construcción de la infraestructura hidráulica y en el caso de la concesión, de los servicios en el municipio capital en donde se ha resentido la falta de claridad y transparencia en el cumplimiento del título de concesión en beneficio de los usuarios y del propio concedente.
Además, como también lo había expuesto en la semana anterior, la propia transversalidad del agua demanda visión y atención integral sin descuidar lo peculiar. A partir de ello, requiere definir lo normativo, pasando por lo regulatorio, la planeación y programación hídrica, la ejecución y supervisión de obra hidráulica, los programas federalizados, el ámbito municipal que incide en los servicios, esto último es por decirlo otro universo.
Luego ¿dónde dejaríamos la faceta de medio ambiente?, la sustentabilidad, conceptos que deben trascender en políticas como la huella hídrica y comercio de agua virtual, todo ello sin dejar de visualizar los escenarios que deben construirse para que dentro de muchos años más siga habiendo agua con calidad. En ese renglón reparar en el ámbito hidroagrícola, el gran consumidor de agua, que por muy eficientes los sistemas de riego, éstos no traerán un beneficio a futuro, fortalecen la economía, pero se consume un recurso finito y vulnerable como es el agua, por ello es menester tener una claridad en qué planeación hacer y qué metas lograr.
En otras ocasiones lo he mencionando con este ejemplo: “supongamos que tenemos diez vasos de agua, ocho son para uso agrícola y los otros dos son industrial y doméstico, si logramos eficientar el uso doméstico e industrial ahorramos un vaso de agua… y los otros ocho, si ahorramos de esos ocho uno, el resultado es malo, si ahorramos dos es aceptable, si ahorramos tres idóneo, y si ahorramos cuatro… pues estaríamos en el mejor de todos los escenarios posibles. Lo cual es utópico, pero si debemos ahorrar dos o tres en agrícola y el doméstico otro, para lograr, el escenario de preservación a futuro, apostando a la recarga no sólo de acuíferos sino al aprovechamiento también pluvial, reforzado por acciones de reforestación sin las cuales lo anterior sería imposible”.
Como podrán ver amables lectores, les puse un enredo de conceptos, así de enredoso es el tema de la transversalidad del agua, sino se tiene claridad se puede complicar más sino se tiene una panorámica completa del tema, ni se tiene una visión transversal y/o integral. Pero una parte fundamental es el aspecto normativo, ya también con insistencia que creo que les ha causado hartazgo a mis lectores es que se requiere una nueva ley con visión, no una “ley deshidratada” como la actual, sin contexto ni visión a futuro.
Pero no sólo se necesita una ley, es importante el diseño de esa arquitectura institucional que he venido insistiendo desde hace algunos años en este espacio, que le de orden y control al manejo de agua, puede aludirse de temas de competencia federal, pero Conagua no tiene la capacidad administrativa más aún con una delegación desmantelada por temas presupuestarios, aquí vendría la claridad en que se descentraliza, porque no puede haber parálisis en la administración, gestión ni en lo referente a control del agua.
Si hablamos de una autoridad, esta debe tener control hasta sobre el uso agrícola, sobre el industrial, urbano y otros usos, si se decide reasignar funciones, estas deben ser mantenidas en un control central con autoridad, se ha hablado de entes reguladores, que bien podrían desempeñar una función primordial tanto en el manejo a nivel estatal pero también municipal.
O bien, la opción de tener un organismo público descentralizado que sea la autoridad en materia de agua a nivel estatal y un articulador con el resto de municipios, porque insisto, el agua es más que un universo, emplearía una palabra de Stephen Hawking, es un “multiverso”, el saneamiento es otro universo y así cada uno de esos ámbitos que es importante conocer y la verdad no se puede manejar con una visión basada en áreas administrativas de los modelos actuales desfasados, se requiere insisto, visión de futuro.
Es importante advertir, que todo lo anterior pueden quedar en buenas intenciones sino se involucra al sector social de los usuarios, por ello he reiterado la relevancia de contar con un organismo público descentralizado con verdadera participación social de los usuarios y no con una junta de gobierno testimonial, sino activa, además de que los instrumentos operativos de gestión del agua cuenten con participación, para ello es importante estar alejados del poder central, lo cual no implica que el titular del ejecutivo o gobernador esté presente en las decisiones, así como los titulares de las secretarías o demás dependencias que inciden en el sector agua, sector industrial, empresarial, académico, la ganancia es que se estaría estrechamente vinculado con el sector social en un verdadero ejercicio de gobernanza.
Cómo podrán ver mis queridos lectores el modelo de gestión que requiere un estado como Aguascalientes es complejo simplemente porque sus problemas son complejos y arrastran problemas acumulados que no fueron realmente atendidos y que si no se atienden, ni se atienden los actuales o lo que vengan, tendremos un tsunami de riesgos. Esta reflexión va encaminada a una implementar una visión para que en México y Aguascalientes el agua nos alcance.
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