Prof. Flaviano Jiménez Jiménez

Los niños se veían contentos, felices al estar cortando papel de coloresy cartulina en el patio de la escuela. La maestra del cuarto grado de primaria, grupo B, organizó a los alumnos para hacer una piñata; misma que romperían al día siguiente, al igual que los alumnos de otros grupos. Tres madres de familia estaban pendientes para apoyar a los pequeños en aquello que se les dificultara; que por cierto fue en pequeños detalles. Concluida la confección de la piñata, la maestra ordenó a los alumnos que pasaran al salón para realizar la última actividad del día.
Cuando los alumnos ya estaban sentados en sus lugares, la maestra les preguntó, “¿Quién de ustedes ya hizo una cartita al Niño Dios?” Todos levantaron la mano, gritando “¡yo, yo, yo, yo, yo. . .!” “¡Muy bien!”, les dijo la maestra, “ahora van a redactar otra cartita al Niño Dios, pero ya no para pedir juguetes; ahora van a pedirle al Niño Dios, ¿cómo desean ustedes que yo, como su maestra, los trate en las clases; cómo quieren que sea yo en las clases que les doy?”.Continuó diciendo, “también queden pedirle al Niño Dios, ¿cómo quieren que sea, con ustedes, el maestro o maestra de quinto y de sexto“. “¿Entendieron?”. Como 6 alumnos contestaron débilmente que sí. Para inducirlos, la maestra les indicó, “Escriban, Niño Dios, yo quiero que mi maestro de quinto sea. . . . y ustedes dicen cómo quieren que sea él cuando les de clases. Bien, empiecen a redactar y si tienen dudas levanten la mano y yo voy con cada uno de ustedes para explicarles, individualmente, lo que no les quede claro. ¡Empiecen!”. Los alumnos se veían desconcertados. Una alumna levantó la mano tímidamente para preguntar, “¿Vamos a poner nuestros nombres?”. “No es necesario, de todas maneras el Niño Dios entenderá”, dijo la maestra. Cuando escucharon esto, en los rostros de los niños se dibujó una sonrisa, volvió en ellos la tranquilidad y todos empezaron a redactar las cartitas navideñas. Cuando terminó el último de los alumnos su redacción, la maestra recogió las cartitas, las guardó en una caja y dijo a los alumnos, “estas cartitas las voy a pegar en un globo ¡grande, grande!, voy a soltar el globo para que suba al cielo y lleguen al Niño Dios sus cartitas navideñas”. Y terminó diciéndoles, “mañana vienen a la escuela con la ropa que ustedes quieran, tendremos nuestro convivio y luego rompemos la piñata”. Los niños gritaron y saltaron de gusto; salieron del salón muy contentos.
El día que los maestros tuvieron su convivio en la escuela, el viernes pasado; en un momento que la maestra de cuarto grado creyó oportuno pidió que le permitieran leer algunas cartitas que sus alumnos habían redactado para el Niño Dios. El director le dijo,“¡adelante, maestra!”. Ella empezó a leer partes de algunas cartas, después de explicarles el motivo de esa actividad:
“Niño Dios, yo quiero que mi maestra sea muy amable y cariñosa conmigo, que me tenga paciencia cuando no le entiendo a sus clases y que también sea buena persona con todos mis compañeros…. Niño Dios, yo quiero que el maestro que me toque en quinto explique muy bien las clases para yo aprender mucho y que no se enoje conmigo cuando le pregunte lo que no entienda…. Niño Dios, yo quiero que las maestras y los maestros se arreglen muy bien todos los días, las maestras arregladitas se ven muy bonitas y los maestros arreglados se ven muy guapos…. Niño Dios, a mí me asustan los maestros cuando se enojan y gritan, ¿podías quitarles lo gruñón?, cuando son chidos uno aprende mejor…. Niño Dios, yo deseo que el maestro que me toque en sexto sea el mejor para que me prepare muy bien y así yo pueda hacer una buena secundaria…. Niño Dios, las clases se me hacen muy aburridas, yo deseo que las clases sean agradables, que me enseñen jugando. . .
El director terminó diciendo, “maestras y maestros, allí tienen ustedes el deseo de los niños. Reflexionen mucho al respecto durante las vacaciones y nos vemos el año entrante. Gracias, maestra. ¡Feliz navidad a todos!