Aguascalientes es una buena Diócesis

En ocasión de su XII Aniversario de Ordenación Episcopal y de su primer año como el VIII Obispo de Aguascalientes, monseñor Juan Espinoza Jiménez compartió al presbiterio diocesano que se nota el trabajo logrado por sus antecesores en el establecimiento de sanas relaciones con las autoridades civiles, empresariales y otros grupos constructores de una sociedad común, justa, pacífica y emprendedora.

Al celebrar la Eucaristía en la Casa Sacerdotal, el Prelado expresó que tras recorrer su Diócesis y luego de su encuentro con los sacerdotes, le preocupa el cansancio y desaliento de algunos hermanos; la indiferencia de otros para formarse y actualizarse; el acomodo y el conformismo; la insatisfacción de algunos en el servicio concreto que ejercen; la falta de interés y fraternidad hacia aquellos que viven aislados, enfermos o distanciados del ministerio.

Al mismo tiempo, aclaró que le consuela y alienta el empeño de la mayoría de los sacerdotes, su creatividad, su bondad, su disponibilidad para caminar juntos en comunión, corresponsabilidad y expresión misionera, lo cual es un signo de cariño hacia su Obispo, al presbiterio y a la Diócesis de Aguascalientes.

En la homilía, el Pastor de la Diócesis agradeció a su presbiterio, seminaristas, congregaciones de religiosos, laicos y diferentes sectores por su cariño, aceptación, apoyo y amor para ser testimonio de la Palabra de Dios.

Respecto a su ordenación episcopal que ocurrió un 22 de febrero de 2011, el Prelado expresó que “la principal tarea de los Obispos es apacentar al rebaño, tal y como dice Pedro, quien no dice: háganlo si quieren, si tienen chance, tiempo o el día que quieran. Es hacerlo todo el tiempo con tres actitudes concretas: de buena gana, con entrega generosa y dando buen ejemplo”.

A su vez, dijo que al Obispo le toca manifestar con su vida y ministerio episcopal la paternidad de Dios, la bondad, la solicitud, la misericordia, la dulzura y la autoridad moral de Cristo, quien ha venido a dar su vida para hacer de todos los hombres una sola familia, reconciliada en el amor del Padre, la perenne vitalidad del Espíritu Santo que alienta y sostiene a la Iglesia en la humana debilidad.

Licenciada en Medios Masivos de Comunicación de la UAA. Reportera de la fuente local desde hace casi 30 años. He cubierto diferentes fuentes informativas, aprendiendo de ellas y compartiéndolas con la sociedad.