
Por H. Guillermina Arroyo López MHPVM
ALLÍ EMPEZÓ TODO cuando la M. Julia tenía 16 años, ella misma nos cuenta: “Con ocasión de una Misión a la que asistí, hice una confesión general… Allí estaba Dios con su misericordia esperándome… Me dio el Señor un conocimiento tan profundo de la malicia del pecado y un dolor tan grande de contrición, que en verdad sentía que se me desgarraba el alma; pensando que con mis pecados había ofendido a un Dios tan bueno… Nunca podré explicar el efecto de esta conmoción en mi alma. ¡Qué transformación! Mi dolor, mi pena, produjo un tal desapego de las cosas de la tierra; que me parecía no ser ya la misma.
Esta es la experiencia inicial de todo discipulado, todo parte de un encuentro, de una fascinación, de la sorpresa de Dios en tu propia vida, de alguien que te mira profunda e íntimamente, de alguien que te atrae, que te llama por tu nombre y va haciendo camino contigo. Camino de conversión, de transformación, de desapego de todo… porque quien se encuentra con el Señor no puede ni debe seguir igual. Tal es la experiencia de la Madre Julia Navarrete, después de una misión a la que asistió comprendió que el amor del Señor la desbordaba y que ella debía corresponderle.
La primera decisión que toma después de esta experiencia de encuentro con el Señor, es que “debe amarlo con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda el alma”(Lc. 10, 27) y esto la lleva a hacer voto de perpetua castidad: entregarle al Señor toda su vida, todos sus afectos, consagrarse a un amor universal y especialmente a amar a quien más necesitara de ella. Decide seguir a Cristo en la vida religiosa.
Y resuena en su interior el mandato misionero de Jesús: “Vayan por todo el mundo y anuncien el evangelio” (Mt. 28, 19ª) Y la M. Julia tomó este mandato muy en serio, lo hizo suyo y en los 93 años de vida que el Señor le concedió jamás calló ni silenció el mensaje de Jesús.
Testimonio de ello es como aún desde su más tierna edad la M. Julia busca momentos para hablar con Dios en la oración, para socorrerlo en los pobres y enfermos que venían a su casa, enseñando algunas oraciones a sus hermanos más pequeños, etc.
LOS CAMINOS DE LA MISIÓN EN NUESTRA CONGREGACIÓN
En la Congregación de Misioneras Hijas de la Purísima Virgen maría fundada por el Padre Alberto Cuscó Mir SJ y la M. Julia Navarrete, nuestros fundadores nos enseñaron bases sólidas de la misión: la oración, el testimonio, el anuncio y la cooperación misioneras.
Muy en el corazón tuvo la M. Julia la fundación de comunidades de la Huasteca Potosina, quería que se colaborara en la evangelización y educación, especialmente de nuestros hermanos indígenas. Ella anheló vivamente estas fundaciones y estuvo siempre al pendiente de sus hermanas misioneras, las preparaba, les escribía, alentaba su trabajo apostólico. Desde esos días hasta hoy, las misiones de las comunidades de Aquismón, SLP, TncanhuitzSLP y Tamuín SLP. Son encpecialmente queridas por las hermanas de la Congregación, quienes siguiendo el ejemplo de su Fundadora evangelizan y se dejan evangelizar por los hermanos más necesitados y vulnerables: los indígenas.